Santo Ángel custodio dulce compañía, no nos dejes solos ni
de noche ni de día, tú y todos los Santos Ángeles de Cristo, permanezcan en
nosotros, traigan el Reino de Dios Santo a este mundo, y oren por todos mientras
adoran a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y mientras veneran a la Santa Madre
de Dios. Amén.
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor –según es norma en Israel– para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. Auguren la paz a Jerusalén: «¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!». Por amor a mis hermanos y amigos, diré: «La paz esté contigo». Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. (Salmo 122)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario