¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor –según es norma en Israel– para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. Auguren la paz a Jerusalén: «¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!». Por amor a mis hermanos y amigos, diré: «La paz esté contigo». Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. (Salmo 122)

lunes, 1 de junio de 2020

Bendito seas Dios Santo Creador, en mis hermanos:

Dios Santo que estás en los cielos, 
más allá de todas nuestras hermanas estrellas y constelaciones,
más allá de nuestros hermanos Betelgeuse y Orión,
más allá de nuestros hermanos Sirio y Can Mayor,
más allá de nuestros hermanos Deneb y Cygnus,
estás en el centro de todo lo que creaste,
Bendito eres en todos nosotros,
Bendito eres en tu Hijo el Cristo,
Bendito eres en tu Santo Espíritu,
Bendito eres en tu Santo Nombre,
Tu Nombre es Dios Santo,
y por Él nos creaste hermanos, solidarios, familia y paz,
Tu Nombre de Creador Dios Santo permanezca siempre,
en nosotros y en nuestros hermanos, los que vemos y los que tú nos dices,
en soles, planetas, astros, espacio, viento, lluvia, tus fuegos espirituales, los fuegos, los calores, los fríos,
en nuestra hermana madre tierra, y los hermanos que vivimos en ella,
en tu muerte, tu nacer, tu final, y tu eternidad,
en tu Misericordia y tu Maestría para convertirnos en lo que tú quieres,
y en tu Santidad que es Casa Común de todos tus Santos,
Bendito seas Dios Santo Creador, en mis hermanos.
Amén.