¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor –según es norma en Israel– para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. Auguren la paz a Jerusalén: «¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!». Por amor a mis hermanos y amigos, diré: «La paz esté contigo». Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. (Salmo 122)

jueves, 13 de abril de 2017

La Muerte de Cristo nos santifica:

La Muerte de Cristo nos santifica. La Muerte de Cristo nos santifica. La Muerte de Cristo nos santifica.
Oh Jesucristo, Dios Santo y Hombre Verdadero, sabemos que tu Muerte también nos santifica junto con tu Preciosa Sangre, Tú decides la hora de nuestra partida al Padre, escucha lo que te pido:
Vida de Cristo, permanece en nosotros y santifícanos.
Sangre de Cristo, permanece en nosotros y santifícanos.
Muerte de Cristo, permanece en nosotros y santifícanos.
Resurrección de Cristo, permanece en nosotros y santifícanos.
Cuerpo de Cristo, permanece en nosotros y santifícanos.
Yo pido sobre mí y sobre los míos, la Sangre del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, para que nos purifique de todo pecado y nos proteja ante toda influencia del maligno, especialmente ante la amenaza, el terrorismo, la manipulación, la nada del diablo, el maleficio, la rebeldía de satanás, y la posesión y obsesión demoníacas.

Oh Dios Padre Santo, que decides el nacer y la muerte, el momento y la hora, haced que viviendo en Ti todos los días de nuestra vida, merezcamos tu Buena Muerte cuando Tú lo decidas, abrasados en vuestro Divino Amor. Por los Méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Vos, en Unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
El crucifijo misionero sea signo de la Presencia de Dios Santo en nosotros, en lo nuestro y en los nuestros, bendecido, exorcizado y protegido por Dios mismo, en memoria de quienes cumplen la Misión de llevar el Amor Divino al mundo, para que Dios Amoroso y Bendito utilice las ideologías, los ideales y las sociedades del ser humano, para establecer en nosotros su Reino Divino real y concreto hoy mismo y por siempre. Bendito seas Dios Origen y Fin de todo y de todos. Bendito seas Dios Santo porque promueves los cambios en las sociedades. Bendito seas Dios Santo porque nos haces justos e iguales y con la misma libertad que todos los demás.

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